El movimiento es intenso en el horno de leña de Finca Adelita, en Jipijapa. Adelita Parrales, la jefa de la cocina en el hogar alcanza para todo. Asa los plátanos verdes, sirve caldo de gallina, caldo de pata, envuelve tongas, despacha secos de gallina, en algunos casos con cocolón, da forma a las tortillas con masa de harina de maíz.
A Adelita la apoyan su esposo, Jaime Pionce, sus tres hijos, en turnos semanales, sus nietos y una empleada, pues los clientes copan las mesas. Otros esperan bajo un árbol, en las hamacas o en asientos ubicados alrededor de la casa.
Este es el ambiente dominical de restaurante, que corresponde a una casa de finca ubicada en la parte alta de una loma, en el recinto el Mamey, media hora adentro de Jipijapa, en el sur de Manabí, por una vía lastrada.
Se prepara en horno de leña
El restaurante de Adelita Parrales basa su sabor en el tradicional horno manabita de leña, entre la naturaleza.
El restaurante de Adelita Parrales lleva menos de un año funcionando, pero se ha convertido en el más concurrido y apetecido en esta zona rural; es frecuentado por comensales del centro de Jipijapa, de Manta, Portoviejo y otras localidades manabitas.
Adelita es una convencida de que la comida manabita es una de las más tradicionales y ricas del Ecuador. Siente orgullo de haber podido mostrar esa característica en algunas ferias gastronómicas. Su implemento primordial es el tradicional horno manabita de leña, que no es otra cosa que un fogón con una armadura de madera y que tiene parrillas y un aro de vehículo rodeado con barro, en el que se concentra todo el calor para preparar los alimentos.
La fama de Adelita comenzó con las empanadas de maíz y corviches, que se entregaban a domicilio o se vendían para llevar. Poco a poco fue aumentando la oferta y con los conocimientos culinarios de toda su familia, residente por años en Guayaquil, adecuaron su casa de campo como restaurante.
Adelita cita a una clienta, Cecilia Cedeño, que probó su sazón y difundió en un grupo de WhatsApp logrando así la llegada de decenas y, hoy, cientos de clientes por día, especialmente los fines de semana.
Entre hamacas y el verdor
Los comensales ocupan el espacio de la planta baja de la casa de campo. A un lado hay hamacas y naturaleza.
El horno manabita, un mesón grande y un lavadero de vajillas se hallan al filo del patio de la casa, lleno de carros de los visitantes, y al borde de la loma; en la parte baja de la casa de campo hay tres grandes mesas donde se atiende a casi 40 personas, a los lados hay hamacas, butacas y, más allá, plantas florecientes, matas de ají, que en el campo se conoce como gallinazo, una caballeriza y el gallinero.
Por la alta demanda, en uno de los rincones de la parte baja, así cómo en una habitación de la parte alta, hay otras dos cocinas para satisfacer los pedidos. En la planta alta hay una sala, que sirve también cómo área de espera para los clientes, cuya atención bien puede tardar hasta un par de horas, en algunos casos.
La sazón es particular y rica. Por ejemplo, bien se puede pedir una bandera con arroz, patacones, seco de gallina criolla, bistec de carne y hornado manabita de chancho, todo acompañado por verde asado.
Pedido de promoción
Los clientes de Finca Adelita expresan sentirse altamente satisfechos, pero manifiestan la necesidad de que entes estatales se preocupen en dar más difusión a estos sitios para así atraer turismo nacional y extranjero.
Wendy Ponce acudió al restaurante Finca Adelita por invitación de unos amigos. Le gusto tanto la comida que el a fines de septiembre llevó a 25 de sus familiares, que se mostraron complacidos por los alimentos.
“Es importante que las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales impulsen y den a conocer no solo para nosotros de Jipijapa o lugares aledaños, sino que sepa la gente de Ecuador y del mundo. Hay mucha gente que viene a hacer turismo, pero solo van a los sitios conocidos y se pierden la oportunidad de venir a este lugar hermoso", dice.
"Podemos ver que aparte de la gastronomía, que es buena, también hay una rica naturaleza que nos permite salir de la rutina. Acá podemos venir a compartir y desestresarnos, incluso podemos desconectarnos de internet, de las redes sociales y compartir en familia”, manifiesta Ponce.
Atractivos con vía sin asfalto
En Finca Adelita, las tortillas de maíz son hechas en el horno de leña y tienen alta demanda de los comensales.
Jaime Pionce es dirigente de las comunidades La Mona, Palestina y El Mamey, donde con su familia atiende en Finca Adelita. Señala que hay un gran potencial turístico, con uno de sus símbolos, el mirador La Mona, desde donde se aprecia toda la belleza de la campiña y montañas de esta parte de Manabí.
Agrega otros atractivos como la cascada El Salto, de Mamey, y el mirador de Pacheco.
Cita la necesidad del asfaltado vial. "En el caso de carreteras, hemos hablado con la Alcaldía de Jipijapa, pero pedimos al prefecto Leonardo Orlando que atienda la vía Jipijapa-La Mona-El Mamey, así como El Mamey La América, salida a la vía a Guayaquil".
En el caso de esas vías, actualmente son de tierra y lastre, por lo que es recomendable movilizarse en carros altos.
Detalles claves
El caldo y seco de gallina criolla en Finca Adelita cuestan $5; la tonga de gallina criolla vale $7; las tortilla de maíz a un dólar la unidad.
Para llegar a Finca Adelita, al ir de Guayaquil se puede ingresar por la parroquia La América, 15 km antes de Jipijapa. Es asfaltado hasta La América y en adelante es vía lastrada. Total, 20 km.
El ingreso habitual desde Jipijapa es por los 20 km de la vía La Mona-El Mamey. (I)