El encanto de la laguna del Duende, en la parroquia Algarrobillo, de Celica; el público va por esparcimiento

Celica, en la provincia de Loja, es un lugar mítico, especialmente en uno de sus atractivos naturales. Este es la laguna del Duende, donde desde hace varias décadas se refiere de extrañas apariciones, pero que en los últimos tiempos se ha vuelto en un sitio de esparcimiento.

Con sus aguas quietas y cristalinas, en las cuales reposan unas enormes rocas, la laguna del Duende está entre los sitios preferidos para disfrutar los fines de semana y feriados. La mítica laguna se encuentra a cinco minutos de la cabecera parroquial  de Algarrobillo, conocida así  porque allí existen incontables árboles de algarrobos. 

Según los relatos de los habitantes del sector, aquella roca grande servía de refugio o escondite del duende. 

Francisco Rogel, habitante del sector, recuerda que de pequeño tuvo recelo darse un baño en las aguas de la laguna del Duende. Sus abuelos le prevenían de que no lo hiciera después de las cinco de la tarde porque a partir de esa hora el duende salía a hacer de las suyas.

Para entonces, al caer la tarde casi nadie se acercaba a dicho sitio. Según la leyenda, en su momento se habrían visto duendecillos que caminaban con los pies virados. Los comuneros suponen que los pequeños seres llegaban hasta la laguna y se refugiaban en la enorme roca puntiaguda.

Rogel asegura nunca haber sido testigo de alguna actividad extraña, para él todo se trata de leyendas. Sin embargo, confiesa que, cuando era niño, sí tuvo miedo, aunque a veces desafío la advertencia y se bañó pasada la hora en compañía de sus hermanos. "Al llegar o pasar por el sitio no me quedaba más que persignarme”, dice.

Entre otras leyendas, Rogel cuenta el testimonio de un campesino, que en su mula fue a dejar leche al pueblo. Al pasar por la laguna, divisó una pequeña figura que saltaba entre las piedras y jugaba en el agua. El hombre llegó a casa y le contó a su familia que aquel ser no medía más de un metro, tenía orejas largas, piel verdosa y pies virados.

A partir de dichos relatos, la laguna tomó el nombre de laguna del Duende, como referencia al ser que se enamoraba de las mujeres que poseían larga cabellera, encantándolas con sus riquezas y tesoros.

En la laguna del Duende, locales y extranjeros entran libremente. Sus aguas son quietas y cristalinas, aunque según Cristiana Reyes, otra moradora del sector, se ha comprobado que la laguna es muy honda y está rodeada de la flora y fauna de la parroquia lojana.

Más de un visitante, además de bañarse, ha tratado de sumergirse hasta lo profundo para tratar de encontrar las huellas de los duendes, pero no lo han logrado.