Hace 20 años comencé un periplo, una aventura. Simplemente fui llamado, impelido a caminar una senda que hasta el día de hoy se mantiene vigente. Hace 20 años, con la ayuda de dilectos y visionarios amigos, aterricé en mi país luego de una estadía de un año en Japón, con un idea central que la logramos sacar adelante.
Antes del año 2000, el Ecuador no pensaba en desastres naturales, ni tampoco le interesaba considerar el tema sísmico como algo cotidiano. Luego de estas dos décadas, los desastres naturales son un tema central de la discusión y de información. Fue una ardua tarea a la que nos avocamos de introducir ese concepto y paradigma a los estamentos de la sociedad, desde políticos hasta periodistas.
Ardua tarea que me llevó a visitar todos los medios de comunicación, televisión, radio y prensa escrita; debo de haber dedicado horas de explicación a cientos de periodistas. Pudo haber sido un gasto de tiempo, repetir esta clase cientos de veces, pero resulta que hoy gozamos de un país que al menos habla de desastres, plantea el problema y algo se hace para mitigarlos.
Hace 20 años un ministro de Turismo me fustigó fuertemente, porque según él y la cosmovisión del momento, hablar de sismos era afectar el turismo. Y nada más alejado de la realidad. Recuerdo que, en esa época, un alcalde de una ciudad costera vendía la idea de viajar a esa localidad diciendo que “como los edificios resistieron el terremoto de Bahía, entonces podían resistir cualquier otro que viniera”. Decía el alcalde que un super técnico, que manejaba una entidad en la ciudad de Quito se lo había dicho, nada más alejado de la realidad.
La verdad es que convivimos con el riesgo. Alejandro Sanz dice en una de sus canciones “no hay nada más peligroso que vivir “. A Sanz lo escucho, lo canto y lo parafraseo frecuentemente.
El riesgo es nuestro compañero de viaje y la pandemia nos dejo muchas lecciones, una de ellas es que si no tenemos el talante de hablar del riesgo que nos rodea; si no podemos entenderlo, reducirlo, diseccionarlo, nunca podremos dominarlo; y si no lo dominamos, él nos dominará a nosotros. La respuesta lógica ante un riesgo desbocado es el miedo, un miedo que puede volverse psicótico.
Hay que recordar la frase: “El primer antídoto para el miedo es la preparación”. La dijo Don Hutson y condensa de forma magistral cuál debe de ser nuestro enfoque, prepararnos y sin temor.
Es que la respuesta lógica es negar el miedo y el riesgo. Pero ambos se vencen enfrentándolos. Una de las lecciones mas hermosas de la pandemia, el planeta paralizado, todos encerrados, sin contactos. Si se nos hubiera advertido un quinquenio antes, la respuesta hubiera sido rechazo, nos cogió de sorpresa y hemos tenido que aprender a usar mascarilla y tomar medidas de bioseguridad que en épocas pasadas se hubieran considerado como problemas psicológicos, como la misofobia o germofobia; sin embargo hoy es algo cotidiano.
Aprovechar el riesgo y volverlo atractivo
En general, si se tiene una facilidad de turismo, donde se da servicio a clientes que desean venir a pasar buenos momentos, si se quiere que el cliente tenga un buen recuerdo, como operador turístico debo de hacer un análisis profundo de cuáles pueden ser los riesgos a los que mi sitio o ubicación se somete y a qué riesgos podría estar sometiendo a mis clientes.
Sin descartar ninguno, se puede convertir los riesgos naturales en oportunidades de negocios turísticos, ya que uno de los móviles del turismo es la curiosidad. Conozco un parque en Japón dedicado solamente a mostrar un volcán en erupción, es decir todo puede volverse atracción turística mientras se maneje de forma técnica, es decir los días en que el volcán entra en fuerte actividad, no se deja entrar gente, los días restantes donde la actividad es mínima se puede pasear por el volcán y ver sus fumarolas y, a lo lejos, ver la lava.
A atracciones turísticas como el mirador de Empire State u otros edificios altos, se accede solo cuando las condiciones de clima lo permiten, si estas condiciones no son favorables simplemente se suspende el servicio turístico.
Como primer paso hay que llevar a cabo una investigación exhaustiva de cuáles pueden ser los riesgos potenciales que los visitantes a mi lugar turístico pudieran estar sometidos. En algún momento asesoré a un operador de turismo en este sentido y de la experiencia hay que determinar qué tipos de riesgos hay: terremotos cercanos, terremotos lejanos, malas condiciones del suelo, socavones, peligro de tsunamis, ataque salino, plagas, alergias, animales de mar peligrosos, deslaves, inundaciones, tormenta solares etc.
Una vez que hemos determinado cuáles son los riesgos potenciales hay que emprender en la confección de planes de contingencia para mitigar cada riesgo potencial, para eliminarlo o reducirlo de forma que no afecte negativamente a nuestros visitantes.
Debemos de estar pendientes de todos los riesgos mencionados y dar información oportuna a nuestros visitantes para que, además de estar informados, tomen sus precauciones para evitar malos ratos y si es posible nosotros mismos facilitarles las herramientas para que estén a buen recaudo frente a estos riesgos.
Nuestro cliente debe de sentir que no solamente está en un sitio hermoso, sino que cuenta con nuestra responsabilidad y protección ante cualquier agente del sitio que pudiera afectarlo. Saber que cuenta con nuestra empresa para hacer que su estadía sea placentera y esta filosofía puede convertirse en un argumento muy exitoso de ventas para ganar más clientela.
Quién es Marcelo Moncayo Theurer
- Profesor titular de la universidad de Guayaquil
- Profesor de Ingeniería Sísmica y diseño de estructuras de hormigona armado
- Profesor de maestría de ingeniería civil en la catedra de comportamiento dinámico de estructuras
- Master en ciencias de la universidad técnica de Munich en el área de Mecánica Computacional o elementos finitos
- Ingeniero de terremotos graduados en el ministerio de la construcción del Japón (BRI) y Universidad de Tokio
- Investigador invitado adjunto en la universidad técnica de Munich y en la universidad de Tokio.
- Codirector del diseño de los túneles de san Eduardo y el paso a desnivel intercambiador del km. 4.5 de la vía Carlos julio Arosemena
- Director de diversos proyectos de fiscalización en la ciudad de guayaquil, que incluyen puentes hospitales, vías, calles.
- Director de proyectos de diseño de calles y obras afines para la ciudad de Guayaquil
- Diseño de edificios hasta de 20 pisos de la ciudad.