En la comuna de San Pedro, en la Península de Santa Elena, representantes del sector buscan sobresalir en el turismo de forma organizada y responsable. Allí muchos de ellos replican el pasado ancestral en cerámica; los visitantes obtienen piezas cercanas a las originales, especialmente de la Venus de Valdivia.
Los comuneros buscan mantener viva la historia, la cultura de una civilización que sobresalió en el pasado en esta parte de la costa ecuatoriana.
Antonio Orrala Salinas, originario de la comuna, cuenta que su padre trabajó como ayudante del arqueólogo Víctor Emilio Estrada en las excavaciones de 1956 y 1957, en las que se descubrió la Cultura Prehispánica de Valdivia, en esa comuna de Santa Elena, al norte de la Península.
Su padre, Manuel, le heredó moldes de piezas originales, sobre todo de las icónicas estatuillas conocidas como Venus de Valdivia, halladas en el sitio en el que ahora se erige el museo de Valdivia.
Antes del descubrimiento en el que participó su padre, sus abuelos modelaban ollas de barro, así que desde muy pequeño se inició en la alfarería en el taller de nombre San Pedro, un negocio de familia.
En San Pedo hay arte
Los artesanos de la comuna San Pedro elaboran también otras piezas no solo en arcilla sino con otros materiales.
Antonio lleva cerca de 34 años replicando el pasado ancestral de su comuna San Pedro. Él y dos de sus adolescentes hijos moldean en barro y cuecen ocarinas, pitos, vasijas, vasos, representaciones de animales como venados o zarigüeyas de inspiración prehispánica, piezas en su mayoría pequeñas que luego se las envía a ciudades como Guayaquil o Quito, o que se comercializan en Salinas.
“Nuestras reproducciones corresponden a diferentes culturas de la Costa: Valdivia, Machalilla, Manteña, Guangala o Chorrera. Las estatuillas conocidas como Venus, que en su mayoría son reproducidas con senos redondeados y prominentes, incluyen también figurillas embarazadas que son un símbolo de fertilidad y tenían diferentes usos”, dice el artesano.
Venus de varios colores
Las Venus de Valdivia dan decoradas según el gusto del cliente. Entre los colores más comunes resaltan las marrón.
En el taller de San Pedro también se producen piezas de cerámica utilitarias como portainciensos o quemadores de palo santo. “Hacemos unos vasitos difusores para quemar esencias aromáticas, pero la idea es conservar la identidad cultural. Vivimos de esto, de brindar a los turistas piezas cercanas a las originales, cuya venta está prohibida”, explica Antonio.
Él da cuenta del proceso que se toma la elaboración de dichas piezas. Luego del secado de hasta cinco días del barro arcilloso, que se obtiene en el sector de Loma Alta o se trae desde Jipijapa, se mezcla con agua y moldea; las piezas son sometidas a un proceso de bruñido o pulido. Se aplica color natural, “con una piedra suave que hacemos polvo y queda como una tiza color amarillo”, comenta.
Técnica única de Valdivia
Antonio Orrla relata que al polvo se agrega aceite y agua para luego pintar las piezas. Se deja secar por unos minutos y se pule con una piedra lisa. Luego se queman en horno por cuatro horas a una temperatura de 800 a 900 grados, para más tarde ser expuestas o vendidas.
Los precios van desde $ 6. Las réplicas de la Venus de Valdivia miden hasta 90 centímetros y se las hallan en el taller artesanal, ubicado a tres cuadras del museo de la comuna Valdivia, a la orilla de la carretera. (I)