La actual crisis que atraviesa el turismo en Ecuador puede ser la oportunidad para que todos los actores se unan, respetando cada mirada, y logren algo histórico.

El turismo nacional está en crisis, sin lugar a duda. Basta conversar con sus actores directos y leer algunos informes para concluir en ello. Sin embargo, el reto de salir de ella depende de la mirada que le demos al vacío que nos hace pensar en este momento en varias preguntas mientras tratamos de sortear los problemas cotidianos que asfixian el normal funcionamiento de nuestras actividades.

El propio sistema busca las causas de su descompensación, las cuales en el caso ecuatoriano sería un listado de eventos traumáticos que vienen ya de varios años y de lo cual hay varios colegas que han hecho un levantamiento prolijo de muchos de ellos. Eso es innato y necesario ya que, desde un diagnóstico pragmático y participativo, sin pinceladas de ocultar responsabilidades y falencias compartidas, se podría pensar en conjunto sobre las estrategias a seguir para salir de esta urgencia que impacta en los signos vitales del sector.

Lo importante es iniciar con un acuerdo de no tenerle miedo a la palabra crisis y que al oírla no reaccionemos de forma furibunda y defensiva, ya que tal cual una persona que no reconoce sus dolores o malestares, sino se toman medidas profundas ante este latente estado sistémico, el paciente sin atención a su diagnóstico solo encontrará días con más incertidumbres y peores riesgos. El desarrollo parte de la crisis constante ante los retos que presentan las dificultades del camino, sean estas económicas, culturales, naturales o de cualquier otra índole.

Respetar todas las miradas

Otro eje es respetar la diversa mirada de quienes están en el sistema. Hay un turismo para el sector de alojamiento, por supuesto que sí, pues para este grupo cuentan solo aquellos que pernoctan en sus establecimientos. Hay otro para el grupo de alimentos y bebidas, definitivamente, pues para muchos el turista es importante, pero quizá el residente tiene más peso en su consumo y con ello en la sostenibilidad de su negocio. Para los operadores hay otra mirada, puesto que apuestan a ese porcentaje de quienes contratan un intermediario que planifique y opere sus circuitos. Y así para el transportista turístico, para los centros de turismo comunitario, para los balnearios, guías de turismo, entre otros.

Pero hay otra mirada para otros sectores, por ejemplo, para los agricultores que por la caída del sector merman sus ventas, o en los artesanos que ven cada vez menos clientes directos en sus lugares. Otra para la academia que en su formación del profesional del futuro combate con la incertidumbre y que trata de hacer su parte con la vinculación con la comunidad, además de aportar una mirada crítica e independiente de cómo va el sistema por medio de su investigación.

Por otro lado, hay otros colaterales, como cantones que ven que ante la merma de visitantes hay más desempleo y que en la mirada de jóvenes, mujeres y pequeños emprendedores comienzan a rondar otros problemas pues ese sector que ayudaba a su sostenibilidad va desapareciendo y ahí se crean lugares donde las mafias ponen sus ojos para reclutar a nuevas víctimas de la desesperanza.  Y así esta lista puede seguir, puesto que el sistema turístico en su generosidad siempre está abierto a muchos para aportar a su funcionamiento pleno y sostenible.

Aquí lo importante es no confrontar la mirada, pues para cada uno de estos actores su percepción es una realidad. No hay verdad absoluta sobre qué mirada es la adecuada. Para unos, el migrante que regresa y consume en restaurantes y contrata un transporte para un viaje familiar es un estupendo cliente, mientras para otros no. Así es de complejo el tema y no es culpa de la estadística que da un número de visitantes que ingresa al país, un dato puro y duro, sino que este no da abasto para satisfacer las expectativas de todos quienes han invertido su patrimonio para que este sistema sea variado e innovador.

Unos apuntarán al de alto gasto, perfecto.  Pero otros le apuestan al turista nacional de gasto medio o bajo y también es pertinente, porque es importante acordar que el turismo es una alternativa para todos y para nada deberíamos caer en un mensaje discriminativo que no alimenta el espíritu de servir y crear experiencias memorables del sector.

Más allá de lo individual

Los retos son más grandes que las justas expectativas individuales, se necesita mayor cantidad de turistas nacionales y extranjeros, que se desconcentren de los mismos sitios de siempre, que se atrevan a caminar por la ruralidad y que encuentren a quienes brinden servicios de turismo alternativo con experiencias únicas e inmemorables.

Entonces la pregunta debería iniciar por quiénes deben estar en la mesa de la gobernanza participativa para construir un pacto que empuje al turismo fuera de esta crisis, hacia nuevos retos. Con sus diversas miradas deben estar varios, los que piensan diferente los primeros, pues estos rompen el letargo. No desde que sean dueños de una verdad, porque como lo he dicho no hay una sola mirada, pero porque desde sus propuestas e incomodidad quizá nos lleven a pensar fuera de la caja.

Esta debe ser la premisa de la creación de un pacto histórico por el turismo en el Ecuador. Escucharnos con respeto, referirnos con propuestas proactivas, incluir a la mirada diferente y después de este proceso invitar a construir una nueva y renovada visión que enmarque en si las expectativas de todos quienes quieran participar.

Una fuerza inimaginable

Es inimaginable la fuerza común que pueden crear más de 25.000 empresarios, 500.000 trabajadores, 45.000 graduados, 15.000 estudiantes, 6.200 guías de turismo, 700 guías especializados en las Galápagos, cientos de investigadores, decenas de policías turísticos y miles más que dependen del turismo, unidos en un reto común ¿Quién sería capaz de romper esa voz? nadie. Pero para tener esta fuerza, la construcción del reto también debe ser común, avanzar de los estereotipos creados hacia el desarrollo inclusivo de la diversidad sectorial.

Pensar más que cómo salimos todos, que en las culpas que pueden tener unos u otros. En esta crisis, quitar el dedo de la llaga y conversar en un hacia dónde deben apuntar las manos juntas de todos quienes creemos en el turismo como el futuro del país.

Suena fácil, pero no es así. Ahí está el reto de quienes lideran el sector, puesto que nada, ni nadie dará un paso hacia adelante sino partimos desde una profunda y verdadera autocrítica, desde el respeto a la diferencia como un acuerdo inicial para escuchar al otro, del desechar el creer que somos dueños de verdades absolutas y, finalmente, de reconocernos que en este momento de crisis tenemos la oportunidad de unirnos por un bien común. (O)

Autor: Dr. Enrique Cabanilla

El rol del turismo en Ecuador
  • Docente- Investigador ecuatoriano, quien ha desarrollado procesos relacionados a la academia, vinculación, investigación y consultoría en varios países latinoamericanos como Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Perú, Nicaragua, Guatemala, entre otros.
  • Docente de la Universidad Central del Ecuador.
  • Maestría en Gestión del Desarrollo del Turismo y un Doctorado en Geografía en la Universidad Nacional del Sur, Argentina.
  • Cuenta con más de 100 publicaciones entre artículos, libros, conferencias y manuales relacionados con diversos temas del sector.
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