El ritmo de la orquesta Don Medardo y su Players retumban y contagia en la esquina de la avenida Malecón Simón Bolívar y 9 de Octubre. El estribillo "Solo quiero tu amor, pero casarme no / solo quiero tu amor, pero casarme no" hace que los cuerpos de cientos de personas se menee solos en la abarrotada cuadra, hasta la calle Pichincha.
Es un palpitar intenso, casi de infarto, en el corazón de Guayaquil, en la víspera del 25 de julio, el aniversario 487 de su fundación.
Una mujer que bordea los 60 años, con la cartera cruzada en el pecho, baila y aplaude. Hace pareja con otra dama, de unos 40 años y que quisiera ser princesa, por la corona de luces que lleva puesta. Bailan separadas, se toman de las manos, dan vueltas por aquí, por allá, pasito para atrás, otro para adelante. La alegría de ellas contagia, emociona y hasta hace salpicar una sana envidia.
No hay mucho espacio para que los presentes demuestren sus dotes de bailadores, pero eso no impide que la alegría fluya. Pegados, espalda con espalda, tocándose los codos, a veces pisoteándose, pero nadie pierde el ritmo.
Bailan parejas de mujeres, se menean hombres solos o en grupos; danzan la mamá con la hija o el hijo pequeños, o los hijos pequeños con su padre. Otros disfrutan con sus pequeños en brazos. Conmueven los cuadros de los abuelitos tomados de la mano rememorando sus viejos tiempos de pachanga.
Y la orquesta que retumba. En los estribillos, los cantantes callan para dejar el coro de los asistentes se haga sentir. Y lo hace. Y viene entonces el clásico arriba las manos y el ¡Viva Guayaquil! Responde el público, que rinde homenaje a esa ciudad que ni la pandemia del COVID-19 la derrotó, aunque la dejó diezmada; a esa ciudad donde sus hijos que andan en malos pasos, como en el narco, estén matándose entre ellos en distintos sectores.
Don Medardo y sus Players, es una orquesta ecuatoriana de cumbia, formada en el año 1967 por Medardo Luzuriaga (+)
Es que el guayaquileño transpira alegría por todos sus poros. Se divierte hasta en los momentos de apuro y mucho más cuando está relajado. Si escucha música se menea en la cama, baila en la sala de su casa, se menea en la acera, en la esquina. Y si no hay música, pues él canta o le da ritmo de cualquier forma.
Pero cuando hay una fiesta, cuando va a la discoteca o salsoteca o cuando hay un concierto o baile público, el guayaco se desata. Cuánto extrañarán los migrantes que residen en Estados Unidos, Europa y otros continentes las fiestas julianas del 25 de julio o las del 9 de octubre. Cuánto extrañarán compartir con sus allegados.
Aquella característica definida se expresó este domingo 24 de julio de 2022 en el evento con Don Medardo y sus Players o en los otros conciertos organizados durante todo el festejo por la Empresa Municipal de Turismo.
La fanaticada se dio cita desde algunas ciudades del país. Ellos, emocionados, coreaban y bailaban cada canción.
Igual se vivió en festivales organizados por otras entidades o grupos barriales. Y también en los programas con entradas pagadas como aquellos realizados en Parque Samanes con el artista colombiano Alberto Barros y más estrellas de la música.
Esa alegría de un concierto callejero estaba guardada, reprimida desde el 2019 por la pandemia y ya este año volvió a expresarse. Aunque muchos extrañan aquellos conciertos salseros, con artistas y grupos extranjeros que organizaba antes de la pandemia el Municipio en la calle Machala. O la Gobernación del Guayas en Parque Samanes.
Como teloneros de Don Medardo, en Malecón y 9 de Octubre, la noche del domingo 24 de julio, actuaron Sanyi, Erick Salame y Cyndi Tumbaco. En otro escenario, a pocas cuadras, en Malecón y 10 de Agosto actuaron Jonathan Luna, Las Chicas Dulces e Ivonne Andino. El sábado, en el escenario donde actuó Don Medardo y sus Players estuvieron la orquesta Cabrera, Aguilar y su Orquesta, Lila Flores, Toño Navarrete y Jasú.
Y en cada presentación, los guayaquileños, ecuatorianos y extranjeros sudaron ritmo, salsa, cumbia, vallenato, tecnocumbia, pasacalles y cantaron temas románticos. Es que las fiestas de Guayaquil son para compartir, para disfrutar. La ciudad irradia alegría al Ecuador y al mundo, como decía en alguna de sus intervenciones Gloria Gallardo, principal de la Empresa Municipal de Turismo.
En la fiesta de la 9 de Octubre, entre los extranjeros están los venezolanos, como Camilo, que vende cigarrillos haciendo notar su acento, o Alberto que bailaba sin parar.
Mire lo que sucedió en vivo: Concierto por las fiestas julianas de Guayaquil 2022. Así se disfruta en Ecuador.
La fiesta tiene que ser completa. Entre los bailadores están las carretas que ofrecen chuzos, alitas y choclos asados, humeantes. También los vendedores de cerveza, aunque no helada como le gusta al guayaco, sino con hielo.
Los comerciantes buscan ganarse unos cuantos dólares; están los vendedores de coronas de luces o aquellos que usan disfraces de personajes, como el Payaso Maldito, y posan para fotografías por un dólar, y si no hay mucho interés así sea por cincuenta centavos.
Un poco más alejados del bullicio, para que los escuchen, en la 9 de Octubre están los humoristas callejeros que hacen reír a carcajadas a decenas de personas.
Ese es el Guayaquil festivo, ese es el guayaquileño alegre, que se divierta así sea con unos pocos dólares en el bolsillo o así deba esperar hasta las cinco de la mañana para volver a casa, cuando ya haga su recorrido el primer bus y solo pagar 30 centavos de dólar. Eso sí, con la satisfacción de haber gritado hasta el delirio: ¡Viva Guayaquil, carajo! (I)
Por: José Olmos