La fiesta del Corpus Christi en Cuenca, además de ser conocida como un evento religioso, también se destaca por su dulce sabor. La tradición cuencana, con fama desde 1946, se exhibe, comparte y comercializa por once días en el Centro Histórico de la Atenas del Ecuador.
Este 2024 fueron 113 comerciantes acreditados para la venta de más de 60 tipos de dulces tradicionales, entre ellos. roscas, pañuelos, monjas, figuras de frutas, huevitos de faldiquera. Desde este 30 de mayo al 9 de junio adornaron los portales que rodean al parque Abdón Calderón, principal atractivo turístico de Cuenca.
Esa es la fiesta anual más dulce de Cuenca. Pero ese dulzor dura todo el año, porque Cuenca ofrece sus dulces en toda época. Los dulces de Corpus de Cuenca son historia, sabor, dedicación, recuerdos, anécdotas. Por ello, hemos seleccionado tres fabricantes, tres historias, tres vidas alrededor de esta tradición, para entender la historia, el presente y el futuro de los bocados.
Un legado de mamá
Graciela León aprendió a elaborar los dulces de Corpus desde temprana edad y hoy los envía al extranjero.
El Corpus Christi de Cuenca resalta la memoria y tradición gastronómica que empezó con las religiosas que vivían en los claustros de Cuenca. Ellas elaboraban y entregaban dulces a los fieles que llegaban a adorar al Santísimo.
Con el paso del tiempo, fueron las mujeres cuencanas las que los impulsaron o modificaron su sabor, generando una actividad que les deja ingresos. Es el caso de Graciela León, quien lleva 50 años fabricando caramelos y dándole vida y color a la feria del Centro Histórico de Cuenca.
Comenta que a diario prepara unas 30 variedades de dulces, los empaca, envía a las tiendas que previamente ya han hecho pedidos y, cuando la situación lo amerita, expone sus productos en ferias. Asegura que todo lo aprendido se lo debe a su mamá, quien a los 8 años le dio el mejor de los regalos, un libro de recetas de dulces de Corpus Christi.
“Mamá siempre me decía que el legado debe continuar y el día que yo no esté, te acompañará el recetario donde tendrás como honrar mi nombre y todo lo que hice en vida por nosotras dos”, relata la comerciante.
A ella le gustaría que sus hijos continúen con la tradición; sin embargo, lo ve imposible. Ellos ejercen otras ocupaciones y no han aprendido la actividad, que podría llegar a ser un buena fuente de ingresos, ya que casi siempre están enviando pedidos a Argentina, EE.UU., Panamá y otros países
“Lo que soy yo, soy experta en hacer todos los dulces, en total 30, no tengo uno en especial porque todos me saben ricos. Con lo único que lucho y temo es que la tradición se termine conmigo”, menciona Graciela.
Tres generaciones juntas
Zoila Hernández es la maestra y ejemplo a seguir de su hija y nietasen cuanto a la preparación de los dulces de Corpus.
Desde hace 2 años, Zoila Hernández está al frente del negocio de su madre e inculca a sus hijas de 15 y 18 años el amor por el trabajo y la tradición dulcera.
“Yo crecí viendo a mi mamá crear una variedad de bocadillos, como también recuerdo que recorrimos varias ferias del país para darlos a probar; era una experiencia única que aún la vivo, pero en compañía de mis hijas. Quiero seguir llevando nuestros dulces a cada rincón posible y al exterior”, señala.
Zoila narra que al principio no se le daban los sabores y formas de los dulces, especialmente los huevos de faldiquera. Fue más tarde, tras los repetitivos regaños de su madre, que se propuso hacer de ellos su especialidad; los hace de forma redonda con maní y azúcar. Sirven para elevar la energía y tienen un costo de 15 centavos de dólar la unidad y $1 la tarrina de 12 unidades.
“A mis hijas siempre les cuento esa experiencia, para que ellas también aprendan viendo en qué son buenas. Por ejemplo, a mi hija de 18 años le va muy bien haciendo quesitos y a la de 15, los suspiros. Al ser este un trabajo, lo que ellas ganan, al final de año se designa para comprar obsequios para los más necesitados”, expresa.
Las tres generaciones de mujeres son un gran equipo de trabajo y están en pleno desarrollo de su tienda virtual. Sus roles son los mismos: preparación y venta, aunque son las adolescentes quienes están enfocadas en elevar el servicio a las nuevas tendencias sociales, con servicio a domicilio y personalizado para eventos o fechas especiales.
De lo tradicional a lo digital
Nydia Vásquez, autora del libro Ashanga Cocina Morlaca, comparte sus recetas más deliciosas.
La historia de Nydia Vázquez está dedicada al arte gastronómico. Tiene más de 60 años de trayectoria y con el paso de los años ha hecho de su cocina su propio estudio de grabación para recrear nueve recetas de dulces tradicionales, las cuales están subidas en su canal de YouTube con 489 suscriptores.
La llaman una maestra de las tradiciones, ya que desde siempre ha impartido sus conocimientos a varias generaciones. “Siempre es bueno adaptarse a los cambios y mi salto a las redes sociales lo hice en el año 2022, porque me he propuesto compartir con ustedes recetas deliciosas”, señala Nydia.
Destaca que nunca deja de elaborar estos manjares, pero en la época de fiestas triplica la producción y contrata a más personas para que le ayuden a cumplir con los pedidos. Entre sus productos más apetecidos están los bizcochos, hojuelas encofitadas, turrón de alicante, roscas cusingas, huevitos de faltriquera y quesitos. Los precios van desde $ 0.20 hasta $ 1.50.
Los ingredientes que nunca faltan en la cocina de Nydia son los cocos y porciones de maní para la preparación de diferentes golosinas.
Cuenta que ella misma ralla el coco y en el caso del maní, lo pela, cocina y muele. “Prefiero hacerlo yo misma, porque me gusta ofrecer bocadillos frescos, incluso cuando son pedidos especiales se los prepara sin gluten que son perfectos para cualquier persona”, agrega.
Para ella, su dulce favorito es el de monjas, que lleva ese nombre por su color blanco y se relaciona con las religiosas y de cierto modo son el inicio de toda una tradición cuencana que agradece a Dios, a través de los dulces del Corpus Christi. Ella está en su canal en YouTube. (I)