Tras una pandemia que obligó a suspender las masivas festividades populares y religiosas por dos años, hoy el cantón Yaguachi, en Guayas, vuelve a convertirse en uno los íconos del Ecuador en turismo religioso. En este mes de agosto abre sus puertas a propios y extraños, quienes se dan cita para celebrar, con fe y paganismo, al católico mayor san Jacinto, también conocido “Santo andariego”.
Leyenda de Yaguachi
San Jacinto es un santo de Polonia que hizo méritos y ha marcado la vida de los pobladores yaguacheños y aledaños.
La festividad que viene de tiempo de la colonia es uno de los cultos más importantes de la fe católica. Raúl Sánchez, historiador del cantón, da cuenta de ello: “Según la leyenda, la fina pintura del santo la trajo un maderero que vivió varios años en Polonia, tierra natal del santo. El lienzo solía esfumarse para luego aparecer colgado en un árbol de pechiche, justo donde hoy queda la catedral”.
Sánchez, narra que la imagen fue pintada en 1570 para tiempo más tarde pasar a manos del maderero, quien la llevaba desde Guayaquil a Yaguachi.
Cuando llegaba la noche solía acampar y para entonces colgaba la imagen en dicho árbol de pechiche, para más tarde orar de rodillas con los primeros moradores del cantón. Horas más tarde se la retiraba del lugar para ser guardada en un canuto. Y otra vez desaparecía inexplicablemente para aparecer en el árbol de pechiche.
Narra que después de una larga temporada, el lienzo, que conmovió a más de un feligrés, fue donado por su dueño a la iglesia donde también se siguió desapareciendo. Pero al ser encontrado un agosto 16 por unos vaqueros, el sacerdote de la época organizó la primera procesión en la que ruegos, plegarias y agradecimientos fueron escuchados y los milagros no se hicieron esperar.
Más tarde este pequeño acto de fe traspasaría kilómetros. Locales y extranjeros se sentirían intrigados por sus milagros. Muchos de ellos llegaban en carros, a caballo y otros por el ferrocarril. Ir a Yaguachi era una cita de cada año, algo que aún sigue siendo tradición para muchos. Allí también se realizan actos artísticos, deportivos, comerciales, entre otras actividades. Así, Yaguachi es ahora un centro de turismo religioso, por san Jacinto.
En la peregrinación, la imagen es cargada por sus devotos hasta llegar a la catedral en la que se oficia una misa.
San Jacinto baila en procesión
La celebración por el santo del Litoral se inicia desde el 1 hasta el 31 de agosto. Durante ese mes cada recinto realiza procesiones y diferentes actividades en honor al mismo, mientras que en los barrios se expone la imagen de yeso del santo y se realzan juegos recreativos, actos culturales y de deleite con la banda de pueblo.
Alejandro Arreaga, devoto oriundo del cantón que atrae al turismo religoso, dice que el punto más importante de la festividad es el religioso con la procesión de san Jacinto, que se realiza cada 15, 16 y 31 de agosto. Las casas se engalanan con carteles de bienvenida a los visitantes. Las familias, desde lo alto de sus balcones lanzan estampillas del santo, pétalos de rosas y se escuchan alabanzas como “Oh glorioso San Jacinto, alcanzadnos por piedad”.
Alejandro viene de una familia religiosa; él, desde hace 52 años carga en sus brazos la imagen. Comenta que por tradición, la procesión se da por casi toda la cabecera cantonal. El recorrido empieza con la imagen de la Virgen María, San Antonio y réplicas del patrono de la festividad.
“Cuando es el turno de san Jacinto, desde las galería llueven pétalos de rosas los fieles no paramos de hacer penitencia, orar y alabarlo para que sea él quien interceda por los enfermos, la familia y hasta por los estudiantes. Gracias a Dios y a él, hoy mis hijos son profesionales. No importa que pesado sea el santo, son los milagros que me mantienen a seguir”, expresa.
Algo que llama la atención de los turistas es que los santos durante su trayecto bailan, como una expresión cultural representativa de la procesión. Los devotos que llevan a los santos en sus hombros se muevan al ritmo de la música.
En el interior de la catedral, locales y extranjeros presentan muestras de agradecimiento por los favores recibidos.
Dustin Salazar, rector y sacerdote de la catedral san Jacinto de Yaguachi, asegura que el recorrido de la procesión dura cerca de cuatro horas. Allí, los asistentes dan diversas muestras de fe hasta llegar a la iglesia. “Yaguachi es un escenario de lucha, pero sobre todo de los milagros que el santo ha hecho posible en los otros: ayudar a levantar un negocio, curar del cáncer y proteger a los niños lo hacen llamar el abogado del pobres y doctor de los enfermos”, sostiene el párroco.
Turismo religioso y comercial
Quien visita Yaguachi en su mes de festividades religiosas no podrá irse sin antes comer dulces como el albaricoque.
Pero la festividad no solo es religiosa; en los alrededores del templo y en el parque central todo se engalana: las casas se convierten en negocios de comidas y las calles acogen a vendedores de artesanías, de imágenes religiosas y hasta de juegos infantiles.
El aroma de los membrillos, rosquillas, dulces de manjar y melcochas atraen la atención de quienes estos días hacen turismo religioso por san Jacinto de Yaguachi. El exquisito olor proviene de los puestos que se instalan desde mediados de julio hasta finales de agosto, época en que el cantón se viste de fiesta.
“Con un mes de anticipación tramitamos en el municipio el permiso para instalar el puesto. Tenemos a disposición nuestros dulces frescos que van desde $ 1 hasta $ 2,50, muchos de ellos personalizados con frases musicales del momento como chulla vida, quiero volver a ser soltero, la tóxica y la bichota. Vengan estaremos todo este mes, los esperamos”, comenta Antonio Ruiz, comerciante oriundo de Riobamba, que ofrece una variedad de productos.
Para él llegar a Yaguachi con su oferta es una costumbre de casi 40 años. Destaca la afluencia de personas que no vienen solo por el patrono, sino también para llevarse un recuerdo del lugar. En esto coincide Leonor Vega, otra de las comerciantes, que llegó desde Baños en compañía de su esposo. Su puesto queda muy cerca de la iglesia.
Ella, con casi 88 años de edad, sostiene que visita Yaguachi desde los siete años cuando ayudaba a su padre. Desde entonces se dedica al comercio de la dulcería. Considera que su producto estrella son los panes que elabora a base de harina de trigo, manteca, mantequilla y yema de huevo; los hace en horno de leña y, como entre risas dice, el toque especial que los diferencia del resto.
Entre las artesanías más vendidas están los cuadros religiosos, pulseras, collares, carteras, alcancías y otros.
Vicente Guamán de 73 años llega a las fiestas de san Jacinto desde hace 50 años para vender artesanías hechas en madera, tagua, yeso, hilo y otras materias. “Estamos ansiosos de recibir a los turistas, por años esto se repleta y no solo los días de fiesta sino entre semana. Vengan y lleven un bonito recuerdo personalizado, a sus gustos y con precios cómodos desde $ 1 y hasta más”, recalca
Más allá de lo religioso
Para mantener la costumbre, aún ocales y extranjeros llegan hasta el cantón Yaguachi en el reconocido ferrocarril.
En agosto, Yaguachi une a la Sierra, la Costa y todo el Ecuador, pues la imagen religiosa de san Jacinto atrae a más de 600.00 peregrinos y turistas.
“Vengo de Guayaquil, en agosto, todos los años. Es muy bello porque uno se entusiasma al venir a la iglesia y también compartir los dulces y la comida que hay aquí en Yaguachi” afirma Robby Delgado, visitante.
El turismo religioso a Yaguachi también llega no solo por san Jacinto sino por distracción y deseos de diversión. Entre los vendedores de dulces y artículos religiosos también se instalan escenarios de baile y venta de bebidas. Allí se arman fiestas con equipos de amplificación y se presentan hasta artistas y orquestas populares.
Desde Durán, ocasionalmente llega el tren turístico, un atractivo que cientos de visitantes lo utilizan para distraerse en familia. Desde Guayaquil y otras ciudades, el turismo a este cantón es de ida por vuelta en un día. (I)